El Acueducto de Segovia se construyó para transportar el agua del río Acebeda, nacido en la sierra de la Fuenfría, a la parte alta de la ciudad de Segovia.

Sus 166 arcos de piedra granítica del Guadarrama están constituidos por sillares unidos sin ningún tipo de argamasa mediante un ingenioso equilibrio de fuerza por los empujes que se producen entre unos y otros.

Acueducto de Segovia. Detalle de arcos centrales
Acueducto de Segovia. Panorámica desde la Plaza de la Aritllería

El Acueducto de Segovia es el más grande y mejor conservado de época romana, tiene 15 Km. de longitud, aunque el llamado “puente del diablo” que es la parte más conocida pues se alza en medio de la ciudad tiene 728 metros de longitud.

En el piso superior los arcos tienen una luz de 5,10 m., algo mayor que en los arcos inferiores, y los pilares son de menor altura y grosor; se remata con el ático por donde discurre el canal, adaptándose el piso inferior a los desniveles del terreno.

Acueducto de Segovia. Leyenda

Se desconoce la fecha exacta de la construcción del Acueducto de Segovia, pero los últimos datos lo sitúan entre la segunda mitad del siglo I y comienzos del II, siendo emperadores Vespasiano y Trajano.

Se ha mantenido en activo a través de los siglos y quizás por eso haya llegado al tiempo presente en perfecto estado. Hasta casi nuestros días proveía de agua a la ciudad de Segovia, y más concretamente a su Alcázar.

Acueducto de Segovia. Arcos centrales desde la plaza del Azoguejo
Acueducto de Segovia Navidad 2017
Diablo de la leyenda del Acueducto de Segovia

Estatua alusiva al Diablo que según cuenta la leyenda construyó el Acueducto de Segovia

Hay una leyenda sobre el Acueducto de Segovia en la que se cuenta que una niña subía todos los días hasta lo más alto de la montaña y bajaba con el cántaro lleno de agua. Un día, harta de aquello, pidió al demonio que construyera algún medio para que no tuviera que subir y bajar todos los días con el cántaro.

Entonces, por la noche, se le apareció el diablo y le concedió el deseo a cambio de que si conseguía terminar el acueducto antes de que cantara el gallo, le tendría que dar su alma. La niña accedió y el diablo comenzó a construir el acueducto, momento en que la niña se arrepintió de haberlo deseado.

Justo cuando le quedaba una piedra para terminar cantó el gallo, lo que hizo que el diablo fracasara y la niña no perdiera su alma. En el hueco que quedó es donde está ahora puesta la estatua de la Virgen de la Fuencisla.